El informe PISA vuelve a dar calabazas a nuestro sistema educativo. Paradójicamente, nuestros alumnos “buenos” no son de los peores, pero contamos con una caterva de zoquetes y tuercebotas que deja la media por los suelos. Es evidente que algo tendrá que ver en este resultado el secular pitorreo que nos hemos traído con las leyes de la educación, pero no me queda ninguna duda de que esto es consecuencia directa de la generación de la llave, estos mocosos que han crecido teniéndolo todo y sin ser controlados por nadie. Aunque soy consciente de que me van a tildar de machista, debo afirmar que esto no sucedía en mi generación y en las precedentes gracias a la figura omnipresente (y casi omnisciente) de la madre. Ellas sabían a la perfección cuántas horas se dedicaban a la “play” y cuántas a estudiar, y quiénes eran exactamente esos gansos de los que se rodeaba su hijo y de qué pie cojeaban. Pero ahora están tiranizadas, sometidas unos horarios pensados por y para hombres, y apenas ven a sus hijos a la hora de cenar.
Y así nos luce el pelo.
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2 comentarios:
No sé si es es machista pensando así, pero muchas veces he tratado de imaginar cómo hubiera sido mi infancia y la de mis hermanas en el caso de que mi madre no hubiera estado presente cada tarde, al llegar del colegio.
Por de pronto, me entra una gran tristeza. Y de ahí, quién sabe cuántas cosas mas.
Un abrazo
Es evidente la grandeza (irreconocida) de la labor de las madres de antes, y es difícil ponderar cuánto les debemos.
Saludos.
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