Un juez acaba de exonerar a un trabajador, demandado por haber llamado “hijo de puta” a su jefe, alegando que la degradación del lenguaje redunda en que se contemple el insulto como algo normal. Por el mismo sistema, podemos concluir que la degradación de la educación y el sistema de valores determina que consideremos la violencia y el hurto como algo normal. Y así hasta llegar al asesinato.
Por fortuna, la justicia no es como la Real Academia, que debe acabar incorporando al diccionario lo que de facto está en la calle (incluyendo términos que hacen tanto daño a la vista como “setiembre”), y es la calle la que debe adecuarse a las leyes. Al menos de momento.
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3 comentarios:
Si yo fuera el empresario, le llamo al juez en su cara hijo de puta. Si me enchirona podría recurrir su sentencia por prevaricación. Y si no me enchirona, al menos me quedo a gusto.¡País!
Un abrazo
Estultos, un país de estultos, Juan Carlos.
Tato:
Ja, ja, ja ;-)
No hubiese estado mal comprobar cómo el juez digería su propia medicina. Aunque lo más probable es que al empresario lo hubiesen encerrado por desacato.
Julio:
Sin duda, tenemos lo que nos merecemos.
Saludos.
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