El hombre, en la superficie de la tierra, no tiene derecho a dar la espalda e ignorar lo que sucede en el mundo.

Fiódor Dostoievski (El jugador)

martes, 19 de enero de 2010

Decálogo por entregas (I)

Todo buen cuento debe ser cruel: con uno mismo o con el resto del mundo, pero implacable

7 comentarios:

Las hojas del roble dijo...

Un cuento cruel gana puntos, sí señor.
Un abrazo, Juan Carlos

No cogé ventaja, ¡miarma! dijo...

Eso es verdad, pero se me viene un poco abajo el tema cuando pienso en un ¿escritor? al que frecuento bastante últimamente: Bucay.
Saludos

Máster en nubes dijo...

Tomo nota, muy interesante... ¿Vale la crueldad mezclada con la ternura, o el humor negro quizá?

Juan Carlos Garrido dijo...

Julio:
Vaya de vuelta ese abrazo.

No cogé ventaja, ¡miarma!
Estamos hablando de ficción y de calidad literaria. Lo modélico siempre resulta aburrido.

Aurora:
Por supuesto, además debe hacerse para crear personajes creíbles.

Saludos a todos.

Olga Bernad dijo...

Implacable, sí, sobre todo con uno mismo. ¿Cruel? Lo necesario (eso a veces es mucho). Yo creo en los juegos de luces y sombras, porque así suelen ser los sentimientos: claros y oscuros. Personajes creíbles, siempre, y eso es un mundo inmenso, abarca todo aquello que es capaz de suspender nuestra incredulidad mientras lo leemos.
El decálogo empieza bien. Estaré atenta.
Saludos.

Juan Carlos Garrido dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Juan Carlos Garrido dijo...

Olga:
Yo, más que en luces y sombras, creo en colores. Y, en opinión de este pobre lego, lo que determina que resulte interesante la lectura de los sentimientos plasmados en un cuento es que estos sean absurdos o contradictorios. Si no puede alcanzarse ninguna de las anteriores premisas, al menos que sean insólitos.

Si un cuento que no sobrecoge o desconcierta, es mejor que no vea la luz.