El hombre, en la superficie de la tierra, no tiene derecho a dar la espalda e ignorar lo que sucede en el mundo.

Fiódor Dostoievski (El jugador)

lunes, 3 de octubre de 2011

Adiós a Jauja


En menos de un año, desde que Obama y Merkel metieran en cintura a ZP, hemos pasado de vivir en el estado del bienestar a padecer el estado de indigencia. Como prueba, los tijeretazos que están sufriendo la educación madrileña o la sanidad catalana, por no hablar del agujero negro manchego. Es cierto que todos hemos vivido y gastado por encima de nuestras posibilidades, pero es de justicia reconocer que en esa fiebre derrochadora se han distinguido muy especialmente las administraciones locales y autonómicas.
Aunque políticos de uno y otro signo prometan lo contrario (por más que el calendario afirme otra cosa, hace tiempo que nos encontramos en plena campaña electoral), resulta imprescindible, si es que se quiere recortar de veras, pegar tijeretazos tanto a la sanidad como a le educación, pues en ellas es donde se va la parte del león de los presupuestos. Lo que no era imperativo era recortar como se está haciendo, siempre apuntando al objetivo más fácil y evidente.
Aunque resulte una obviedad, lo urgente raras veces coincide con lo importante y casi nunca con lo aconsejable. Pero claro, si se pretende recortar de un día para otro, no queda otro remedio que hacerlo con el dinero que se tiene más a mano: el sueldo de los funcionarios y los pagos a proveedores. Es innegable que padecemos un estado sobredimensionado y derrochador, en el que se pueden realizar infinidad de ajustes sin mermas en el servicio, pero que deben ejecutarse como resultado del análisis y la planificación, no como dictado de la improvisación y las prisas.
En todo caso, estos recortes administrativos van a tener como consecuencia una nueva oleada de desempleados, con miles de interinos y ex beneficiarios de cargos de libre designación en la calle, y, si la lucha contra la crisis se limita a meter la tijera, no vamos a lograr otra cosa que profundizar la hondura de la crisis.
Tiene razón Obama cuando critica la actuación de Europa. Aunque nos hagamos los dignos y le recordemos que el causante de que se hundiera Lehman Brothers y así se desencadenara la crisis financiera mundial fue la administración americana, lo que precisa una economía como la nuestra es una política keynesiana en la que, aunque se recorte el gasto corriente de la administración, se realice un esfuerzo inversor en infraestructuras que actúe como catalizador de la reactivación.
Eso, o felicitarnos por haber contenido el déficit de una economía muerta


Columna publicada en el Soplón

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