Lo peor de que el ministro Corbacho trate de manipular las cifras del paro es que este intento de falsear la realidad delata que se ha perdido toda esperanza de poder cambiarla.
Estos no son los afeites con los que una veinteañera realza sus encantos para resultar más atractiva, sino un maquillaje fúnebre para disimular la lividez e infundir al cadáver un ilusorio aspecto de vida.
Por enésima ocasión, se comprueba que este gobierno se preocupa más de las apariencias que de los hechos.
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6 comentarios:
Lo cual no quita para que comentemos la obviedad de que un prejubilado no busca trabajo (yo, al menos, no conozco a ninguno). Se suele decir que los prejubilados no creen en el cielo, porque para ellos es inconcebible que exista una vida mejor...
Dicho lo cual, maquillar las cifras, en efecto, no cambiará la realidad.
Si sólo tuviésemos que dejar en las listas del INEM a los que de veras desean trabajar (haciéndoles la prueba con pentotal sódico), ¡menuda alegría se llevaría el ministro! ;-)
Saludos.
Buenasss;
mi saludo semanal :0)
Un abrazo
Vaya de vuelta ese saludo para Asturias.
Un abrazo.
Disfraces, afeites, mentiras, cambios de tercio...¿de qué nos asustamos a estas alturas?
Un abrazo
Es qe lso hechos no votan.
La democracia es así :-))
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