Hace tiempo, en el foro de PL, un concejal de cultura de un pequeño pueblo (no se atrevió a desvelar cuál) se quejaba con amargura de la ingratitud y la soberbia de los escritores (particular que no me aventuro a negar), y alegaba que, dados los quebraderos de cabeza que le provocaban los citados, le traería más cuenta organizar una chocolatada o una carreta de sacos que un certamen literario. Curiosamente, la respuesta multitudinaria y casi unánime fue que, si así le pluguiera, bien pudiera organizar a costa del erario de sus votantes un concurso de tortillas o una carrera de caracoles, pero que lo que en ningún caso podía permitirse era organizar un concurso literario como si se tratase de una chocolatada.
Esta disertación viene al hilo de que hoy he comprobado que se ha fallado el Martín Gaite y, como suele ser habitual, para qué negarlo, mi cuento no ha sido el agraciado. En la página del certamen un comentario desvelaba que, en contra de las bases, el relato ganador ya había sido premiado y publicado, y, por añadidura, su calidad dejaba que desear. Si hay algo que caracteriza a un servidor es una curiosidad malsana, en especial por cuanto no le incumbe, por lo que no me pude sustraer a la tentación de leerlo, y debo coincidir con el anónimo comentarista en que se trata de un texto mediocre y aburrido (lo más sorprendente es que haya sido premiado en dos ocasiones). Si he de ser sincero, no es el caso más chocante que conozco: me he encontrado con otros certámenes que han premiado textos nefastos y plagados de incorrecciones ortográficas y gramaticales.
Volviendo al tema inicial, coincido con la mayoría de mis colegas en que, al convocar un certamen literario, los organizadores debieran hacerlo con el máximo respeto hacia la literatura y con la certeza de que tanto el jurado de preselección como el final saben lo que se hacen, y, si no, mejor que organicen un concurso de camisetas mojadas. Sus votantes se lo agradecerán más.
Un servidor se marcha a Burgos, cómo no, a trabajar. No aguarden actualizaciones en breve.
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11 comentarios:
Creo que un escritor sin su poquito de soberbia es un chiquichanga (checker and changer).
Un abrazo, Juan Carlos.
Buen texto me gustan tus letras pronto vuelvo besos
En efecto, Julio, sin esa soberbia, los escritos se pudrirían en un cajón o en un recoveco del disco duro.
Gracias por tus palabras, Recomenzar.
Saludos.
Pues no, organizar certámenes literarios como quien reparte churros, no.
Que lo pases bien en Burgos, Juan Carlos.
Y siento lo de tu relato. A veces es descorazonador lo que cuentas, porque es real.
Un abrazo
Cachis la mar, que pocos ánimos de eso para presentarse a concursos...
Un abrazo, y buen viaje de ida y de vuelta.
correción: "da eso"
Mery, María José:
Tampoco es para tanto la cosa. Es cierto que, al menos para hacer la preselección, el jurado se debiera guiar por criterios meramente objetivos, pero, para elegir al ganador, se imponen los criterios subjetivos: esto es, el que más les guste, que no tiene por qué ser el de un servidor. Por fortuna, en este país hay casi tantos certámenes como municipios, y el que suscribe participa en buena parte de ellos, así que, por mera insistencia, alguno acabará cayendo.
Saludos a todos.
Hoy he sonreído y me he acordado de ti cuando he leído esto.
Un abrazo
Estimado Juan Carlos:
En primer lugar informarte de que el relato que el anónimo del Certamen "Martín gaite" dice que es el premiado no lo es, la única coincidencia entre los dos cuentos es que en el título de ambos figura la palabra "encargo".
En segundo lugar te diré que hacer comentarios desde el anonimato, (no es tu caso)es gratuito, te lo digo desde la certeza de que ni el anónimo ni tú habéis puesto la vista sobre el relato ganador.
Y para terminar desde la responsabilidad como parte de la organización del Certamen anual "Carmen martín Gaite" te diré que organizar un certamen supone algo mas esfuerzo que la organización de camisetas mojadas, te invito a comprobarlo.
Un cordial saludo.
A. Calero.
Desde los dos lados, porque he estado en los dos lados, afirmo una cosa: que organizar un certamen literario da más trabajo que satisfacciones.
Que a veces, al organizador, por falta de tiempo, s ele cuelan hasta los mendigos del barrio en el jurado de preselección y luego pasa lo que pasa.
Yo también leí aquella conversación en PL, Juan Carlos, y debo decir que estaba de acuerdo con el concejal: demasiado ego en juego para que las cosas marchen pacíficamente.
A mí, si puedo, en otro jurado no me pillan.
Tato:
En efecto, hay mucho profesional de esto. Manuel Terrín, un electricista jubilado, afirma haber ganado más de 1400.
Javier:
Yo tampoco participaría por gusto en un jurado.
A.C.M.G.:
Es evidente que un servidor ha pecado de precipitación y, por qué no, también de ingenuidad al dar por bueno lo primero que lee. En todo caso, no proponía su caso como paradigma de ese tipo de certamen, sino como la anécdota que proporcionaba el pie. Cuando tenga ocasión de leer el cuento ganador y si se da el caso, tendré gran placer en desdecirme aquí mismo. Y yo mismo afirmaba que organizar un certamen literario es mucho más ingrato y trabajoso que un concurso de camisetas mojadas, así que no cuenten conmigo para la labor.
Saludos a todos.
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