Parece ser que tenemos presupuestos; por supuesto, no sabemos cuánto han costado, pues no se han dicho más que vaguedades al respecto y nunca se llegará a hacer pública toda la verdad.
Este pacto vergonzante, resulta semejante a la situación en la que un enajenado pretende obtener financiación para un proyecto descabellado: por supuesto, ningún banco está dispuesto a apoyarle. En vez de desistir, lo que hace es pedir ayuda a los prestamistas más malcarados y peor nombrados de los bajos fondos.
Estos presupuestos no debieran aprobarse, y no sólo porque se basan en las falaces premisas de negación de la crisis que se han mantenido desde la precampaña, sino porque los apoyos usureros que los van a hacer posibles nos van a salir tanto o más caros que los presupuestos en sí.
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2 comentarios:
Nada nuevo bajo el sol, por otra parte. Y me temo que mientras sigamos con este sistema electoral y esta clase política, poco va a cambiar en el futuro. En estas manos estamos, en fin.
Al final, uno se va a tener que aficionar al fútbol o a los realities.
saludos.
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