El hombre, en la superficie de la tierra, no tiene derecho a dar la espalda e ignorar lo que sucede en el mundo.

Fiódor Dostoievski (El jugador)

jueves, 26 de noviembre de 2009

¿A cuánto va el kilo de novela histórica?

A doscientos señora, pero, en confianza, yo le recomendaría esta novela de suspense con sectas milenarias de por medio, que está mucho más en boga, o esta otra de la guerra civil, que siempre viene bien tener como fondo de biblioteca.

Pues sí, señores, así es como mercadean con los derechos de autor los grandes sellos, apenas con una sucinta reseña del contenido y poco más. Y “rápido, rápido”, que si no se la queda otro. Y no lo afirmo porque me lo haya referido X, cuya mujer tiene un primo que…, sino porque lo narra en primera persona Pilar Reyes, la archipreboste de Alfaguara, que reconozco que demuestra la sensatez de asumir el sistema, pero sin evitar una mirada irónica y lúcida. Léanlo aquí.


Sin duda, lo mejor de todo es la opinión de Enrique Redel (supongo que debe tratarse del editor de Funambulista), que postula tan campante: “Claro está que luego el libro tiene que estar bien escrito, pero eso, como el valor en la mili, se presupone.” ¿Qué significa estar bien escrito? ¿Haberlo hecho con buena letra? ¿Que no tenga faltas de ortografía?

¿De verdad alguien pude estar convencido de que una breve sinopsis puede definir a un libro? Qué me dicen, entonces, del caso más notorio, el de las versiones cinematográficas, en las que contando, no ya sólo con una misma sinopsis, sino con un guión casi idéntico, palabra por palabra, encontramos resultados tan dispares.

Y sí, ya sé que se percataron de quién era la voz discordante.

No hay comentarios: