El espectáculo que está ofreciendo el PP es lamentable, mas sin duda edificante: si de este modo predominan los propios intereses frente a los del partido, dónde quedaran los del país o los de sus votantes.
Este es nuestro panorama político: por un lado, tenemos al partido en el poder, con uno de los gobiernos más nefastos que recordará la historia, y por otro esta suerte de gallinero alborotado con demasiados gallos y muy pocas gallinas ponedoras.
Resulta tan triste como patético, pero el votante sólo puede elegir entre lo malo y lo pésimo; no es de extrañar que el pobre contribuyente, a quien le corresponde sufragar esta orgía de estulticia, cada vez quiera saber menos de política.
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