Esta novela, de Mercedes Abad, es otro más de los libros que se me caen de las manos antes de concluirlos, en este caso en la página noventa y tres.
Admito que me aproximé al texto con recelos, pues siempre me han inspirado una confesa animadversión todos aquellos que, el lugar de encontrarse con la infinidad de trampas que sufrimos todos los demás, parecen disfrutar de una alfombra roja extendiéndose a sus pies. Incluso así, traté de hacerlo con la menor cantidad de prejuicios posible.
El conflicto que sustenta la historia es admirable y propio de un buen cuento, pues logra elevar una minucia (las obras del piso inferior) a la categoría de acontecimiento que sustenta la trama. Gracias a ello conseguí avanzar a pesar del estilo rimbombante, si bien trufado de vulgarismos, frases hechas e innumerables adverbios acabados en mente (llegué a contar hasta cuatro en una página), hasta que el argumento comenzó a evolucionar de un modo tan absurdo y trivial como sólo cabría esperar de un especial de Haloween de “Los Simpsons”. Y que se dedicase a hacer reflexionar en alto a sus personajes, sin aportar nada nuevo a lo antes expuesto, con el único afán de rellenar páginas.
Lo más inconcebible de todo es que esta señora lleve recibiendo honores, prebendas y halagos de la crítica (todos ellos inmerecidos) desde los veintitantos años. A ver quién desentraña el misterio, pues tampoco es una autora que cuente con un apoyo significativo (ni siquiera digo masivo) del público.
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4 comentarios:
A mi se me han caido tantos libros de las manos, que hace años decidí que no lo volvería ha hacer.
Libro que abro, libro que termino.
AMYLOIS:
Yo ya hace mucho que alcancé el convencimiento de que, cuando hinque el pico, me quedarán muchos buenos libros por leer; además, cada vez me queda menos tiempo para la lectura, por lo que he adquirido la sana costumbre de cerrar un libro en cuanto que tengo la impresión de que no voy a disfrutar con él.
Saludos y bienvenida.
Leí FELICIDADES CONYUGALES, de la autora de la que hablas. En líneas generales el libro me gustó bastante. Aunque después de releer algunos cuentos creo hace un intento demasiado explícito de originalidad. Como inventar que dos personas se quedan pegadas de la mano y no se pueden despegar.La invención, a mi juicio, debe ser expresiva. Una claro ejemplo de esto es el cuento de Juan Carlos Márquez que se puede leer en este enlace: (http://www.escueladeescritores.com/archivos/juancarlosmarquez.pdf
Saludos.
Dany:
Bien sabes que yo no puedo criticar los relatos fantásticos, pues yo mismo he hecho que a mis personajes les brote un siamés del meñique, que compren una diablesa encerrada en un botellín de cerveza o que vivan en simbiosis con una nevera golosa y antropófaga. En todo caso, mi opinión es que el escritor puede abordar cualquier tema, por disparatado que parezca, siempre que los personajes demuestren coherencia interna (término cuyo significado parece desconocer la citada).
En cuanto al relato que enlazas, ya lo había leído hace tiempo, si bien no es de los que más me gustan de los que he leído del autor (a quien tengo el gusto de conocer en persona, no como a ti, bribón): es de ese tipo de cuentos surrealistas y de perfecta ejecución formal, pero que en el plano emocional me dejan absolutamente frío.
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