El hombre, en la superficie de la tierra, no tiene derecho a dar la espalda e ignorar lo que sucede en el mundo.

Fiódor Dostoievski (El jugador)

lunes, 16 de noviembre de 2009

Errores de principiante III

5- Los premios literarios me servirán para labrarme una carrera.
Nada más lejos de la realidad. En un país donde proliferan por miles, el hecho de atesorar unos cuantos de ellos apenas te servirá, a ojos de editores y agentes, para ser uno de los ciertos de chiflados con manuscrito y un puñado de premios en su currículo en lugar de uno de los miles de chiflados con manuscrito (a secas). Admito que supone un cambio de orden de magnitud, mas de escasa relevancia.

Es cierto que se pueden hallar grandes escritores que penan de concurso en concurso, pero también que los que acumulan más galardones no son precisamente los mejores. También que muchos de estos acaparadores de premios se limitan a reescribir una y otra vez el mismo tipo de obra (por no decir la misma obra) que saben que cala bien en determinado tipo de jurados. Incluso ha existido quien ganó múltiples concursos con la misma obra, a pesar de que lo prohibiesen las bases (“El impostor”, AKA “El maldito impostor”, AKA “El hombre que mató a Juan Manuel de Prada”, es el caso más conocido por la cantidad de premios que obtuvo, si bien admito que es un cuento bueno de veras).

En el caso de un servidor, los certámenes le han servido para convertirse en un escritor algo menos nefasto que antes de comenzar a frecuentarlos. El hecho de ponderar tu trabajo por medios “objetivos” (un certamen literario puede ser muchas cosas, pero casi nunca objetivo) y cosechar un fracaso tras otro, suele ser un argumento que te impulsa a plantearte que quizás te falte bastante por mejorar.

5 comentarios:

Sombras en el corazón dijo...

Antes, el tipo de escritor que ganaba concursos no era el que publicaba, y el que publicaba, no era el que ganaba concursos.
Hoy en día las cosas han cambiado, y curiosamente, suele suceder que los grandes premios son para escritores ya consagrados que constituyen una buena inversión.
De todas maneras, publicar, aunque sea por medio de un concurso pequeño, siempre hace ilusión.

Un abrazo

dany dijo...

A este paso tus errores de principiante darán para una conferencia. Yo creo que ya dan.

Aprovecho el espacio (sin permiso previo) para recomendar a Juan Carlos y a todo el que lea esto uno de los mejores cuento que he leído en mucho tiempo.
Es de Miguel Ángel Muñoz, está incluido en su libro "Quédate donde estás" y se titula HACER FELIZ A FRANZ. El cuento no sólo es bueno por su trama, su narración y su estilo, sino que además rezuma un tremendo amor por la escritura.
Un abrazo.

Juan Carlos Garrido dijo...

Mª José:
En sus orígenes, los concursos auspiciados por las editoriales obedecían al propósito de descubrir nuevos valores. Ahora las grandes los utilizan para publicitar a uno de sus autores, y las de medio pelo premian a alguien famoso para prestigiarse ellas (curiosa perversión, cuando debiera ser el premio el que otorgue prestigio a quien lo recibe).

Rafael:
De medios nada, que el compadrerío no funciona con decimales. Y en cuanto a tu sugerencia, en realidad ya la he llevado a cabo, ya que mi última novela versa sobre un joven y prometedor escritor que cae en manos de una agente sin escrúpulos, que lo llevará a perpetrar toda clase de iniquidades para alcanzar el éxito, y acabará por convertirse en un todo un personaje de la prensa amarilla, hasta el punto de que los editores se rifen sus derechos.

Dani:
Por fuerza ha de cundir el tema, pues los errores son innumerables y de considerables dimensiones. Me apunto tu recomendación y la guardo para estas navidades (aunque siempre pido libros y me acaban regalando camisas y cinturones).

Saludos a todos.

Mery dijo...

Si, siempre hay tiempo para mejorar y se debe hacer, pasito a pasito, aunque hay gente que dá por hecho que nació genio.
Tu tienes muy buen estilo, Juan Carlos y esa base es importantísima.
Un abrazo

Juan Carlos Garrido dijo...

Mery:
Te agradezco de todo corazón tus halagos y tu indulgencia.
Un abrazo.